Este blog propone un proceso de cambio paulatino. Si es tu primera vez, lee la entrada del 31/8 y luego sigue la cronología. Las entradas correlativas irán dando pistas para conseguir el objetivo que nos proponemos: liberarnos de una vez por todas de la necesidad irracional de comer que nos lleva a tener un cuerpo que no nos proporciona la felicidad que nos merecemos.
¡Desde luego que tiene sentido hacerlo!
Da la sensación de que con todos los
acontecimientos que nos rodean en el mundo, no resulta del todo serio ocupar
nuestro tiempo en hacer este ejercicio sencillo que puede de una vez por todas
cambiar nuestra forma de relacionarnos con nuestras emociones a través de la comida. Sin embargo, quienes os
sentís identificados conmigo, sabéis de buena tinta que esa tontería de dejarnos
dominar por la urgencia de recurrir a la comida, la bebida, el cigarrillo u
otras substancias para ahogar la pena, el miedo, la soledad o la sensación
negativa de nuestra elección, verdadera impulsora del ocholoco, resulta
destructiva en otros ámbitos de nuestra vida.
Llevar las riendas
Ser dueños de nuestra mente, tenerla a nuestro
servicio en vez de estar a merced de ella, nos dará un gran poder, aumentará nuestra autoestima y nos permitirá acometer otras acciones que antes no nos
atrevíamos a llevar a cabo porque en el fondo de nuestro corazón sabíamos que
no poseíamos la suficiente fuerza para ello; nos lo demostraba todos los días el espejo. Este logro es de gran
importancia no sólo para nuestra imagen externa sino también para nuestra paz
interior. Por lo tanto, ya que resulta de tanta importancia para otros aspectos
de nuestra vida, cambiémoslo de una vez
por todas.
El procedimiento
Para erradicar ese impulso irrefrenable,
instauraremos otro impulso, también irrefrenable, que lo desplace. Una fuerza
que nos lleve a parar automáticamente cuando nuestro subconsciente se dé cuenta
de que estamos recurriendo a la comida con un fin que no es el de alimentarnos
y nutrir nuestro cuerpo para que esté bien y feliz SIEMPRE, no sólo el segundo que dure el atiborre. Y la forma de hacerlo es con el ejercicio que explicamos en la
entrada anterior.
Repitamos el proceso
Si no
habéis hecho nunca el ejercicio, está descrito paso por paso en la entrada
anterior: ¡A la porra con Sísifo!
Recordad que recurrimos a nuestra rabia para que
nos impulse a actuar.
Es bueno hacer el ejercicio varios días seguidos
para asegurarnos de que realmente conseguimos instaurar el nuevo impulso que
erradique definitivamente el anterior. Por lo tanto, repetimos la primera frase
hasta creérnosla, hasta que se manifieste en nuestro cuerpo de forma física,
con movimiento, sudor, lágrimas, lo que sea. Aquí sí que nos debemos dejar
llevar por la emoción.
YO, ………………………, VEO, OIGO, SIENTO Y SÉ, QUE NO ME
DEJARÉ VENCER NUNCA MÁS POR LA ESTÚPIDA SENSACIÓN DE ……………..
La repetimos muchas veces y luego pasamos a la segunda frase:
DEJARME VENCER POR ……………… HA HECHO QUE YO ……………………….
Repetimos hasta sentirla nuevamente en nuestro
cuerpo, sentir esa rabia por todo lo que hemos sufrido y perdido al habernos
dejado dominar por la emoción negativa.
Luego pasamos a la tercera frase:
PARA DEJARME VENCER POR ……………. TENDRÍA QUE OLVIDARME DE…………………….
Repetimos todo lo que tenemos que nos hace feliz
y demuestra que la sensación negativa es una creación de nuestra mente o quizá
un recurso que utilizamos en el pasado y que en ese momento fue útil, pero que
ya queremos descartar porque no necesitamos más.
Lo haremos varios días seguidos. Yo lo hago en
la ducha, mientras me froto con furia. Funciona.
Resultados
Desde el 31 de agosto he adelgazado sin hacer
dieta. He estado de vacaciones y comido chocolate, galletas, tarta… ¡hasta nata
y helado! He disfrutado sin necesidad de excederme ni atiborrarme. He compartido
hermosas cenas y almuerzos, picnics con deliciosos quesos, patés y panes de la
tierra. He compartido comidas hechas con amor por mi familia sintiendo que
comía lo que me apetecía y no estaba reprimiendo ningún impulso.
Resultó natural parar de comer o tomar una
pequeña ración para probar un sabor nuevo o compartir con los demás. Me
sorprendí diciendo “No, gracias, ya he comido suficiente”, un montón de veces. Cociné
y me bastó probar lo que había hecho, ni fue necesario comer una ración.
¿Os dais cuenta de lo que eso significa para mí, que he sido toda la vida la ciclotímica de la dieta?
Estoy muy feliz. Os lo recomiendo.
Comparte este blog con tus amigos. Quizá puedas ayudar a alguien que lo necesite.
No hay comentarios:
Publicar un comentario